@ellibelaresc

Como ya hemos escrito es algún blog anterior hace unas semanas don Mariano se presentó en el Congreso para hablarnos de corrupción y de regeneración democrática y de las medidas que va a tomar contra ella. La pregunta que se hace todo el mundo  es si Rajoy es el más adecuado para hablarnos  de la actual descomposición política y de sus medidas para combatirla viviendo como está viviendo la cota más baja de credibilidad  y desprestigio de la historia de la democracia española.

Como mucha gente sabe, Rajoy ha llevado al Congreso dos proyectos de ley que ya planteó en febrero de 2013, y lo hizo tarde y mal, sin un gramo de credibilidad y con tanto entusiasmo que incluso a la vez que los presentaba ya anunciaba sus propias enmiendas. Alucinante. No es que sean rechazables todas las medidas que presenta. Claro que hay avances. El problema es la evidencia de que quien defiende ese plan demuestra que no cree en absoluto lo que dice. Porque si lo creyera no se atrevería a proponer la regulación de los estatutos de otros partidos mientras oculta los del suyo desde 2008, precisamente para que no leamos lo que entonces decían en relación con la corrupción. Por otra parte, un señor que fue elegido a dedo por su antecesor y que aspira a designar a dedo a su sucesor o sucesora, se atreve a legislar sobre la necesaria ´democracia interna´ de las formaciones políticas. Demencial.

Si don Mariano creyera en sus propuestas no presumiría de transparencia mientras sigue negando la publicación de los datos de bienes y patrimonio de decenas de altos cargos de su Gobierno y  dejaría de tergiversar la ´creación de nuevos juzgados y el nombramiento de ´centenares de nuevos jueces´, cuando en realidad ni siquiera se están reponiendo las plazas de los que se jubilan o fallecen. Además, tendría que anunciar el refuerzo urgente de medios humanos, técnicos y materiales en los juzgados que investigan la corrupción y garantizar la autonomía real y total de la fiscalía.

Si de verdad don Mariano creyera en sus propuestas estaría obligado a crear órganos independientes de control de la gestión política, y a renovar y reforzar las funciones y la autonomía del Tribunal de Cuentas y de otros organismos reguladores, en lugar de seguir exactamente el camino contrario, como ha hecho el Gobierno respecto a los mercados con la creación de un ´superregulador´ que difumina precisamente la capacidad y eficacia de los controles.

Porque si de verdad Rajoy quisiera luchar contra la corrupción, tendría que asumir su propia responsabilidad sobre la Gürtel, sobre Bárcenas (´Luis sé fuerte´), la contabilidad B, los sobresueldos en negro, la operación Púnica y demás. El presidente tendría que saber que el 80% de los españoles está hasta las narices de tanto mangante vitaminado a diestro y siniestro.

En definitiva, Rajoy no tiene la menor credibilidad en materia de lucha anticorrupción, y su única contribución para recuperar el crédito del sistema sería que cediera el paso a una renovación en la dirección de su partido (como se ha abordado ya, por cierto, en el PSOE, en IU y hasta en la monarquía) y convocara elecciones cuanto antes.

Pero eso no va a ocurrir, porque no es cierto que Rajoy quiera luchar contra la corrupción. Así y todo, Mariano, lo entiendo: sé fuerte.

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En la gacetilla de mañana hablaremos de LA IGLESIA DE LOS POBRES.