@ellibelaresc
Y hoy, llamado Sábado Santo, nos preparamos para terminar la semanita llamada santa. Todo un lujo de teatro callejero que muchos confunden con piedad. Toda una manifestación de ritos folclóricos y manifestaciones de aparente fervor religioso a través de la adulación a imágenes y a símbolos. Y me pregunto ¿las esencias espirituales necesitan que les digan lo grandiosos que son, que les regalen joyas, costosos atuendos y otros bienes materiales? ¿Si esa energía y recursos económicos que se invierten en tallas de madera, plata, oro y otros materiales se utilizaran para ayudar a los pobres, a los necesitados, a los solitarios, a los que sufren en definitiva, estos seres tan elevados no se sentirían más conmovidos? Las Vírgenes y Diosas, los Mesías, Santos, Dioses y Avatares no necesitan esmeraldas, ni pleitesía, ni se ofenden, condenan, ni juzgan. Son amorosos y sabios, comprenden al ser humano con todas sus imperfecciones, por eso no es necesario llorar por ellos porque están en un estado supremo de felicidad.
España es un país marcado por la santidad de sus gentes y sus tradiciones. Por eso, y para recordárnoslo, la ministra Cospedal ordena por segundo año consecutivo que ondee la bandera a media asta en los centros militares, cuarteles y el propio ministerio, como señal de luto por la muerte de Cristo, supuestamente hace 21 siglos. Y ello en un país cuya Constitución determina el carácter aconfesional del Estado. Aquí ya no se apuesta por los Premios Nobel que ya no nos otorgan, sino por la sociedad que nos incrustó el nacionalcatolicismo.
Una parte de España gusta de la escenografía de la Semana Santa aunque no preste atención a la nada especial virtud o ejemplo de sus gobernantes y mandos varios que estimulan este formato. No deja de ser paradójico que la exaltación de las formas externas de la tradición católica se produzca en un país impregnado de mentiras, corrupción, abusos de autoridad u oportunismos despiadados. Por ahí sí sangrarían las heridas de un Cristo como Dios manda.
Como todas las semanas menos santas que esta, nos enteramos que el Ministerio de Sanidad de la ministra Dolors Monserrat ha fichado a un alto cargo de Feijóo imputado por homicidio al retrasar fármacos contra la hepatitis. En la ejemplaridad de los santos días no falta ni atentar contra la salud de las personas, por ahorrar, despiadadamente, en cubrir necesidades vitales.
Y como cada semana, santa o no, los mismos que imponen los ritos religiosos vulnerarán todos los mandamientos del catolicismo, salvo el de santificar las fiestas. Se saltan esa parte de los evangelios donde se cuenta cómo Jesús de Nazaret corrió a latigazos a los fariseos y mercaderes del templo. Les importa a muchos de ellos tanto como el resto de las normas de la moral. Una buenas procesiones, unos buenos ritos, golpes en el pecho, una subasta de torrijas, y a seguir fastidiando al prójimo, pisando y usando al débil.
Y ya no hablamos de la media asta a la que Cospedal ha sometido a los tres Ejércitos y su propio Ministerio para celebrar el luto necesario por la muerte de Cristo ya que somos somos un país aconfesional, pero tendrás que saber, María Dolores, que el luto se encuentra en los que se ahogan en el Mediterráneo o están sepultados bajo los escombros por las bombas o muertos por armas que vende tu Gobierno. Tampoco queremos olvidarnos de la semana de dolor y pasión que se ha tomado Cifuentes para ver si el ventilador mueve un poco su máster, aunque por las noticias que tenemos parece que la Semana Santa se le va a prolongar. Se lo merece, por decente y anticorrupta. ¿Lo suyo serán ranas o sapos? Finalmente tampoco quiero que os pase por alto el espectáculo de recogimiento y piedad que nos han ofrecido los legionarios procesionando con su marcialidad al Cristo de la Buena Muerte. Así se hacen fieles católicos. Deberían dedicarse a este oficio en lugar de atrincherarse en los cuarteles. Lo suyo es un espectáculo para emocionarse y llegar al llanto. Pero tengo que decir que si fuera católico creyente me escandalizaría ver al Cristo de la Buena Muerte protegido por los fusiles de los legionarios, con ese exhibicionismo corporal. Desde la fe es una aberración. Me decía un amigo con tono de sarcasmo: “Sólo falta que le pongan a la imagen de Jesús unas pistolas”. Con el tiempo lo veremos. De momento lo que vemos es mucho nacionalcatolicismo y poco constitucionalismo a la hora de aplicar la aconfesionalidad del Estado.
En la gacetilla de mañana hablaremos de SEGÚN EL PP EL PARO HA DESCENDIDO CONSIDERABLEMENTE.