@ellibelaresc
Seguimos hablando de la presentación de campanillas de la superestrella socialista, Susana Díaz, a liderar el PSOE nacional. La autoestima del PSOE está por los suelos y piensan que con la lideresa andaluza van a sumar votos. Creo que se equivocan, a pesar del empuje, la fuerza, el vigor, la pasión, el nervio, la furia y la electricidad que irradiaba en su discurso ante unos fieles incondicionales y un aparato envejecido del partido. Sigo sin entender tanta pasión ante un discurso anodino, populista, subrepticiamente golpista y lleno de lugares comunes y subidas de todo para los aplausos de la galería.
Todo estaba preparado desde la Gestora para auparla en olor de santidad. Y mientras llegaba su momento los teloneros se encargaron de animar el ambiente: ´Hola Susana, hola a la alegría, al coraje, a la valentía, a la fuerza, a la determinación, a la emoción, a la pasión, a las lealtades´, le dijo el alcalde de Cornellá.
Hay que reconocerlo: el mérito de Díaz es haber reunido a pie de escenario a personalidades antagónicas del partido como Carme Chacón y Alfredo Pérez Rubalcaba; Felipe González y Alfonso Guerra; José Bono y José Luis Rodríguez Zapatero. Ella acabó con Rubalcaba como secretario general y frustró el sueño de Madina de liderar al PSOE. Pero todos han hecho de tripas corazón porque creen que el partido centenario corre peligro de caer en manos de un desaprensivo que quiere vender el ajuar familiar a un tío con coleta, y de izquierdas, que se llama Pablo Iglesias. Todos juntos para la foto de la fingida unidad, de la falsa concordia, por muchos compañeros y compañeras que grite Susana.
Predican que el enemigo a batir es Rajoy y su PP, pero esa declaración solo se la creen algunos insensatos. Para este PSOE el PP es el amigo y Podemos el auténtico y real enemigo que les hace temblar. Es obsesivo lo que les pasa con este grupo de Pablo Iglesias, de ahí el grito que quiso ser contundente de ´Nunca entregaré el PSOE a otro´, proclamó Susana Díaz a modo de juramento de sangre. Vienen tiempos difíciles. ¿Qué sucederá si la sola voluntad y la fuerza del sur no son suficientes para recuperar la felicidad del PSOE, es decir, los votos? Ya se verá.
Díaz ha subrayado la ocasión histórica de que por primera vez una mujer del pueblo aspire a comandar las riendas del país. Se equivoca de medio a medio, porque quienes la han aupado hasta ese puesto, quienes la sostienen en lo alto, son la aristocracia misma del partido: los Felipes, los Zapateros, los Guerras y Rubalcabas que han hecho y deshecho a su antojo en el organigrama del PSOE dejando el camino regado de cadáveres y de chaquetas de pana. También de oportunidades perdidas y de promesas sin cumplir.
Con voz solemne y teatral dijo tal vez la única verdad de todo su discurso: ´Soy de la casta de los fontaneros´. Cierto, pero le faltó un matiz: pero no de los honrados fontaneros de grifo y llave inglesa, sino de los fontaneros políticos, los fontaneros del Watergate, la casta del retrete y la cloaca que levantó el tapón para que saliera por el sumidero un secretario general elegido por las bases y colocarla luego a ella a martillazos. La sultana andaluza no engaña ya a nadie, excepto a los que quieren dejarse engañar, que son legión. Tendrían que saber estos fanáticos susanistas que la lideresa no aporta nada. Es más de lo mismo. Si gana tendremos, tendrán, una señal de alarma de que este país no tiene remedio alguno. Vamos, para echarse a llorar o irse.
Susana no es la solución, por mucho que prediquen la aristocracia capitalista del partido, los barones regionales (no todos) y toda esa prensa canalla y sin escrúpulos, desde El País hasta La Razón y el ABC. Pedro Sánchez, al que el PSOE desea aplastar como a una cucaracha, dijo en Burjassot (Valencia) que sólo hay dos opciones: el PSOE del siglo XX o el del XXI. Proponía el exterminio de los dinosaurios e insistía en la apología de la juventud como salvación. Cree Pedro que los siglos mejoran con el tiempo.
En la gacetilla de mañana hablaremos de ¡AY, LA JUSTICIA!