@ellibelaresc

BáñezComo muchos sabemos España, sobre el papel, es un Estado aconfesional que no se adhiere y no reconoce como oficial ninguna religión en concreto. ¿Cierto? Pues va a ser que no. Somos un país de 199 alcaldes celestiales perpetuos entre cristos y vírgenes. La Virgen de las Angustias, en Navalmoral, será el último ‘fichaje’ en septiembre.

No. Aunque lo diga la letra, España no es un Estado aconfesional. La religión lo preside todo, aunque sus  parroquianos cada vez son menos. Solo el 10% de los españoles va a misa los domingos y esta cifra va en descenso.  Los españoles han dejado de ser católicos practicantes, pero no importa. La ministra de Empleo (e.f.), Fátima Báñez, nos encomienda a la Virgen del Rocío para salir de la crisis, y ahora, como responsable de Sanidad (e.f.) también lo tiene claro: tres avemarías nos currarán un catarro; el ministro del Interior (e.f.) Jorge Fernández Díaz, asegura que Santa Teresa intercede por España en la recuperación; el presidente del Gobierno (e.f.), Mariano Rajoy, jura su cargo con la mano sobre la Biblia; crucifijos en la escuelas públicas, funerales de estado… ¿Es normal que todo eso suceda en un país teóricamente aconfesional como España cuando el artículo 16 de la Constitución dice que en el país ninguna confesión tendrá carácter estatal? Sí, pero no. La segunda parte del artículo constitucional enmienda la plana: los poderes mantendrán ´relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones´. Jaime Bonet, profesor de Derecho Eclesiástico de la Universidad de Valencia, indica que de todo ello se desprende que España es un país laico de ´separación mitigada´ entre Iglesia y Estado porque debe ´cooperar´ con las religiones. De ahí los acuerdos que España firmó en 1979 con la Santa Sede.

Ser aconfesional implica que no debería estar presente ningún símbolo religioso en lugares públicos, y menos que los políticos juren cargos  con la mano en la Biblia y el crucifijo. Todos los cargos públicos deben comprometerse a cumplir sus funciones con la mano en la Constitución. Los cargos que manifiestan su fe católica indican que esa fe está por encima de la propia Constitución. Debería estar prohibido que un ministro del Gobierno de España se comporte como un ministro de culto, en este caso, católico, invocando a la divinidad para que solucione los problemas.

La mayor parte de los expertos coinciden en señalar que la ‘x’ a favor de la Iglesia Católica en la declaración de la renta es otra anomalía dentro del estado aconfesional. El Estado no puede confundir, como antaño, sus fines y objetivos con los de ninguna comunidad religiosa. Además, la recaudación a través del sistema de asignación tributaria en el IRPF sólo existe a favor de la Iglesia católica, y no de otras religiones.

Hemos protestado muchas veces en este blog por la injusta exención que el Estado concede a la iglesia con el IBI. Pero ahora entendemos que de acuerdo con el articulado de la Constitución la exención es correcta porque España debe ´cooperar´ con las distintas confesiones. Lo mismo ocurre con la enseñanza de la Religión en la escuela pública, con las misas funerales católicas y con los crucifijos en edificios públicos, incluidas la escuelas.

¿Y que comentamos de las inmatriculaciones? ¿Cuándo se atreverán los políticos a presentar un recurso de inconstitucionalidad? Un simple obispo da fe de que tal casa es suya y como si fuera un notario se la adjudica.  Lamentable.

El Gobierno concede por Semana Santa indultos a presos comunes a petición de las cofradías por mantener la tradición. España es aconfesional. Para ser un país aconfesional  se mantienen capillas católicas en todos los hospitales públicos incluso en aquellos de nueva construcción nombrados como los bebes con sangre real. Para ser un país aconfesional y ser el tercero en número de monumentos Patrimonio de la Humanidad, dejamos que la Iglesia Católica se apropie de uno de ellos, cambie su nombre, la Mezquita de Córdoba, y lo registre para su uso comercial.

Visto lo anterior sí podemos afirmar que España es un Estado aconfesional, pero lo disimula muy bien. Imaginad qué pasaría si lo fuésemos.

En la gacetilla de mañana hablaremos de OTRO GOBIERNO DEL PP NO, POR FAVOR.